El año pasado, los funcionarios de la Reserva Federal anticiparon dos aumentos de tasas, pero esos planes no funcionaron: un débil crecimiento de Estados Unidos en el primer trimestre aplazó la medida para junio, preocupaciones internacionales sacaron a septiembre de la mesa y el alza finalmente se produjo en diciembre.
Este año comenzó de manera similar. Los funcionarios de la Fed estaban optimistas a inicios de 2016, y proyectaron cuatro aumentos en su reunión de diciembre.
Pero rebajaron esa expectativa en marzo a solo dos movimientos, luego de que la inquietud por China arruinó esa perspectiva, y ahora, hasta ese pronóstico parece dudoso.
Los datos del crecimiento en el primer trimestre decepcionaron una vez más y los mercados ven muy pocas probabilidades de un aumento en junio, aunque los funcionarios insisten en que en la reunión sigue “en pie” una posible alza.
Han surgido riesgos geopolíticos –entre ellos, el próximo referendo del 23 de junio sobre la permanencia del Reino Unido en la Unión Europea y una renovada preocupación por la posibilidad de impago de la deuda de Grecia también en julio, además de la elección presidencial en Estados Unidos en noviembre.
En tanto, muchos economistas todavía ven a septiembre como el más probable candidato para el primer aumento de tasas de 2016, aunque los precios del mercado apuntan a un alza como máximo y probablemente en diciembre.
La divergencia de puntos de vista pone en evidencia cuán difícil es pronosticar el ritmo del endurecimiento monetario en medio de un entorno de incertidumbre global y mientras la expansión de Estados Unidos siga siendo menos que robusta.
Una disminución del optimismo de la FED “podría darse otra vez este año, por razones diferentes que el año pasado”, dijo Laura Rosner, economista senior para Estados Unidos en BNP Paribas en Nueva York, que no espera que la FED eleve las tasas para nada este año. “A ellos les resulta difícil incorporar estos vientos de frente y choques en su escenario básico”.
PRODUCCIÓN INDUSTRIAL
Por un lado, los datos sobre el crecimiento y la producción industrial de Estados Unidos han sido más débiles de lo esperado.
Al mismo tiempo, el mercado laboral avanza, aunque más lento, y el crecimiento en China muestra una naciente estabilidad.
Como señaló Dan Struyven, economista de Goldman Sachs, en una nota de investigación esta semana, del 90% de todos los aumentos de tasas de interés de la FED de los últimos 25 años, al menos 70% fueron descontados por los mercados con anticipación dentro de la fecha esperada, y por lo menos el 50% fue descontado 30 días antes de la reunión.
Con base en el indicador de las expectativas del mercado que usa Goldman, en este momento la perspectiva de un aumento en junio es de solo 12%.
Parte del problema surge de la incertidumbre sobre qué tanto peso se debe de ponderar a la economía local frente a los eventos en el extranjero.
La tasa de desempleo de Estados Unidos ha caído a 5%, cercana a la estimación de la FED sobre pleno empleo, aunque la inflación sigue bastante por debajo de su meta del dos por ciento anual.
Por otra parte, la FED destacó los riesgos globales económicos y financieros en su comunicado de política monetaria de marzo y dijo que en abril iba a “monitorear estrechamente” estos eventos, así como la inflación.
La FED tiene cinco reuniones en lo que resta del año, pero solo las reuniones de junio, septiembre y diciembre son las que se tiene programadas de conferencias de prensa con la presidenta Yellen.
De hecho, mientras varios funcionarios de la FED dicen que la política monetaria puede moverse en cualquier reunión, “se ve una preferencia en ajustes en reuniones con una conferencia de prensa” dijo Michael Gapen, economista de Barclays en Nueva York.