El hombre más poderoso del mundo. Así describió a Alan Greenspan el ex presidente de Estados Unidos, Bill Clinton, durante su estancia en la Casa Blanca. Mucho más efímera que la de Greenspan en la presidencia de la Reserva Federal (Fed), que se extendió durante 19 años.
Alan Greenspan (Nueva York, 1926) se convirtió en presidente de la Fed hace 30 años, puntualmente, el 11 de agosto de 1987, sucediendo a Paul Volcker. Estuvo en el cargo hasta el 31 de enero de 2006 en lo que ha sido el periodo más largo para un presidente de la autoridad monetaria estadounidense en su historia. Esto es, en cinco mandatos con presidentes republicanos -Ronald Reagan y con Bush padre e hijo- y con el demócrata Clinton, aunque es republicano confeso.
En 2008, 18 meses después de abandonar el banco central, el senador John McCain le quería como consejero en asuntos económicos, según afirmó en su carrera por la Casa Blanca -cayó derrotado contra Barack Obama-. “Si está vivo o muerto no importa. Si muriese, Dios no lo quiera, haría como en la película ‘Este muerto está muy vivo’, lo levantaría y le pondría unas gafas oscuras y lo mantendría tanto como pudiéramos”, bromeó McCain entonces.
La cita es una de las que incluye Mervyn King, ex gobernador del Banco de Inglaterra, en su libro ‘El fin de la alquimia’. King gobernó la institución británica entre 2003 y 2013, con lo que fue contemporáneo a Greenspan durante varios años. También recuerda la frase de Clinton destacando su poder. Fue en respuesta a un periodista que le preguntó por cómo se sentía al ser el hombre más poderoso del mundo: “Señalando a Andre Mitchell, corresponsal en la Casa Blanca de la NBC, respondió: ‘Pregúntale a ella. Está casada con él’. Su esposo era Alan Greenspan, entonces presidente de la Reserva Federal”, recuerda King.
Greenspan nació en Manhattan, hijo de padres judíos. Estudió en Columbia, donde tuvo como profesor a Arthur Burns, que fue presidente de la Fed entre los años 1970 y 1978. Es decir, en el periodo marcado por la crisis del petróleo y la estanflación -escaso o nulo crecimiento y alta inflación-. Alan Greenspan trabajó como analista del hierro, aluminio y cobre, y después fue socio y presidente de la firma de inversión Townsend-Greenspan & Co.
Antes de llegar al banco central, tuvo acercamientos con la Administración. Entre 1974 y 1977 dirigió el equipo de asesores económicos del ex presidente Gerald Ford, y entre 1981 y 1983 fue el máximo responsable de la Comisión Nacional de la Reforma de la Seguridad Social, ya con Ronald Reagan como presidente, quien le eligió para suceder a Volcker en 1987 al frente del banco central más poderoso del mundo.
CRASH DE 1987
Al poco de llegar, “Greenspan se enfrentó al colapso de la bolsa en octubre de 1987 y actuó rápidamente para asegurar liquidez en los mercados”, explica la Fed en una breve biografía sobre el economista neoyorquino. “Durante su mandato también dirigió la Reserva Federal a través de varios eventos importantes con repercusiones económicas, como dos recesiones en Estados Unidos, la crisis financiera asiática de 1997 y los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001”, agrega el organismo.
Entre sus primeras decisiones, estuvo la provisión de liquidez al mercado tras el lunes negro del 19 de octubre de 1987, cuando el Dow Jones se hundió un 22,6%, que recuperó durante los siguientes días ante la actuación de la Fed. Sin embargo, Greenspan heredó una Fed obsesionada por el control de la inflación en el periodo de la presidencia de Volcker. No es para menos, ya que la década anterior, años 70, la economía sufrió por la crisis y los niveles disparatados de inflación.
En julio de 1987, el mes antes de la toma de posesión de Greenspan, el IPC interanual se situó en el 3,9%. El objetivo de las tasas de interés de la Fed estaba en el 6,25%, niveles muy lejanos ahora -están en el rango entre el 1% y 1.25% -, aunque muy inferiores a años antes, cuando superaban el 10% y los carpinteros mandaban pequeñas cajas de madera a Volcker en señal de protesta por la caída en la actividad de la construcción.
La Fed, sobre Greenspan: “Tenía fama de ser fuertemente ‘antiinflacionario’, centrándose más en el control de los precios que en la promoción del pleno empleo”
El reto de evitar volver a los niveles de inflación previos marcó la trayectoria de Greenspan, dentro del objetivo dual de la Fed: pleno empleo y control del aumento de los precios.
“Tenía fama de ser fuertemente ‘antiinflacionario’, centrándose más en el control de los precios que en la promoción del pleno empleo”, explica el banco central. Así, siempre buscó la estabilidad de precios, que definió en 2002 como “el entorno en el que inflación es tan baja y estable a lo largo del tiempo que no afecta materialmente a las decisiones de los hogares y las empresas”. Y esto se traducía en que su papel era “llevarse el ponche cuando la fiesta empieza”.
En la primera reunión que presidió, la Fed subió las tasas 50 puntos básicos hasta el 7,25%. Cuando abandonó la autoridad monetaria, en 2006, las tasas estaban en el 4,5%. Entre medias, el banco central llevó a cabo 26 cambios del ‘precio del dinero’, moviéndose en una horquilla entre el 1% entre los años 2003 y 2004, y el 9,75% de 1989. Mientras que el IPC se movió en su mandato entre el 1,1% y el 6,4%, con un promedio del 3%. El Comité (FOMC, por sus siglas en inglés) comandado por Greenspan siempre mostró mano dura al respecto, y de hecho llegó a subir los tipos un punto porcentual en marzo de 1988 ante la repentina alza de precios de finales de la década.
CRECIMIENTO… Y BURBUJAS
Por su parte, el crecimiento fue excepcional en los 19 años en los que el economista presidió la Fed. “Muchos acreditan que Greenspan ha facilitado la expansión económica oficial más larga de la historia de Estados Unidos”, dice el banco central. Sea o no su mérito, durante los 75 trimestres en los que estuvo en el cargo, la primera economía mundial se expandió a un ritmo medio del 3,2% anualizado, con sólo cuatro trimestres de contracción económica, mientras que en 26 trimestres el crecimiento superó el 4%. La tasa de paro, por su parte, estaba en el 6,1% cuando llegó a la Fed, y cuando la abandonó, en el 4,7%. Entre medias, fluctuó entre el pico del 7,8% de 1992 y el mínimo de 3,8% en el año 2000, con un promedio del 5,5%, según las estadísticas históricas recopiladas por FactSet del Departamento de Empleo.
Greenspan empezó su periplo con un crash bursátil y, después, se enfrentó a dos burbujas -o, para los críticos, contribuyó a crearlas-. Su mayor reto no fue impulsar los precios y la economía, como sus sucesores Ben Bernanke y Janet Yellen, sino trabajar con los aumentos peligrosos del precio de los activos. A lo largo de su vida ha sido un estudioso de las burbujas, que se crean entre “el miedo y la euforia, las fuerzas dominantes”, aunque siempre fue partidario de esperar a que exploten y aliviar sus efectos.
Así ocurrió con la burbuja de las puntocom, tras los años de inflación de los activos que Greenspan calificó en 1996 como “exuberancia irracional”. En 2001 el mercado se desplomó y la economía frenó su expansión tras 39 trimestres consecutivos de crecimiento. La Fed respondió con un descenso de los tipos, que se mantuvieron por debajo del 2% hasta 2004. Después subieron hasta el 3% en 2015 y alcanzaron el 4,5% en 2006, en la época denominada como de ‘Gran Moderación’.
Fue en estos años cuando Greenspan se granjeó a sus más feroces críticos, al acusarle de contribuir con estos niveles de tasas de interés a una burbuja que golpeó a todo el mundo a partir de 2007, con la ‘Gran Recesión’. También fue entonces cuando definió la situación del mercado de los bonos como ‘conundrum’ (enigma), ya que los precios subían -y la rentabilidad caía, por su relación inversa- pese al incremento de las tasas.
Los banqueros subestimaron el papel de las economías emergentes, especialmente China, y sus grandes montantes de dinero de superávit por cuenta corriente listos para invertir, a la vez que el déficit dejaba en una posición vulnerable a Estados Unidos, como explica Martin Wolf en ‘La gran crisis: cambios y consecuencias’: las balanzas por cuenta corriente fueron un termómetro del peligro que se avecinaba en los años previos a 2007, sin que nadie fuera capaz de usarlo para un diagnóstico. Tampoco Greenspan.
En cualquier caso, los errores del banco central fueron compartidos por todos sus miembros. “Greenspan fue conocido por su habilidad en la construcción de un consenso entre los miembros del Comité sobre cuestiones de política”, sostiene la Fed.
Una visión que corrobora Mervyn King para el banquero central más influyente de la historia: “Representado en la portada de la revista ‘Time’ como el miembro clave del ‘Comité para salvar al Mundo’, alabado por el antiguo candidato a la presidencia McCain y posteriormente vilipendiado en el escenario y en la pantalla como el arquitecto de la crisis financiera de 2008, Alan Greenspan es irreconocible, en ambas guisas, como el reflexivo y prudente banquero central que conocí”, escribe en ‘El fin de la alquimia’.
Más de 11 años después de abandonar el cuartel general de la Fed en Washington, Greenspan, que escribió en 2007 el libro ‘La edad de las turbulencias: aventuras del nuevo mundo’, sigue siendo una de las voces más escuchadas en Estados Unidos, ante una fama inconcebible para un banquero central europeo. En su última aparición pública, en una entrevista con Bloomberg TV hace dos semanas, descartó una burbuja en la renta variable, pero no en el mercado de bonos.
“Cuando se muevan al alza es probable que lo harán rápidamente. Estamos experimentando una burbuja, no en los precios de las acciones, sino en los precios de los bonos. Esto no está descontado por el mercado”, señaló. Y de burbujas, Greenspan sabe más que nadie. O, para sus críticos, no lo suficiente.
Bolsamania.com, Bloomberg.