La creciente percepción de corrupción y desigualdad social ofrecieron un terreno fértil para el ascenso de políticos populistas en el 2016, según un informe de Transparencia Internacional (TI) divulgado por Reuters.
El grupo dijo que líderes populistas como el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, y la candidata a la presidencia de Francia Marine Le Pen buscaron reiteradamente establecer vínculos entre una “élite corrupta” y la marginación de la clase trabajadora.
Pero los partidos anti-sistema por lo general no lograron disminuir la percepción sobre corrupción una vez que llegaron al poder, sostuvo el grupo.
“En el caso de Trump, las primeras señales de una traición a sus promesas ya están ahí”, escribió el principal investigador de Transparencia Internacional, Finn Heinrich, en un blog sobre el reporte.
Heinrich dijo que Trump ha dicho que podría revocar “leyes clave en la lucha contra la corrupción y está haciendo caso omiso de los posibles conflictos de interés que exacerbarán y que no controlarán la corrupción”.
El reporte fue divulgado dos días después de que un grupo de abogados expertos en asuntos constitucionales presentara una demanda alegando que Trump está “sumergido en conflictos de interés”. El mandatario estadounidense rechazó las acusaciones y dijo que el recurso legal no tenía fundamentos.
El informe anual de Transparencia Internacional también dijo que Qatar evidenció la mayor caída de la confianza en el 2016 luego de verse involucrado en los escándalos de fútbol de la FIFA e informes de violaciones a los derechos humanos. Somalia tuvo el peor desempeño en la lista por décimo año consecutivo.
La organización añadió que su último reporte revela una corrupción generalizada en el sector público de todo el mundo
Puntualmente, un 69% de los 176 países considerados estuvo por debajo de 50 en la escala del índice de 0 a 100, donde 0 es percibido como altamente corrupto y 100 es considerado “muy limpio”. Más países bajaron en el índice que los que mejoraron en el 2016, observó.
Una vez en el poder, los líderes populistas parecieron casi “inmunes a los desafíos sobre el comportamiento corrupto”, escribió Heinrich. Las puntuaciones de Hungría y Turquía -países con líderes autocráticos- cayeron en los últimos años, por ejemplo.
En tanto, Argentina, que salió recientemente de un gobierno populista, evidenció una mejora en su puntuación y quedó en el puesto 95, aunque continúa lejos de los dos países más valorados de la región, ya que Uruguay ocupa el lugar 21 y Chile, el 24. Por su parte, Brasil está en el 79, mientras que el peor clasificado fue Venezuela (166).
Para romper el “círculo vicioso” entre la corrupción y la distribución desigual del poder y la riqueza en las sociedades, dijo el grupo, los gobiernos deben detener la puerta giratoria entre líderes empresariales y posiciones gubernamentales de alto nivel.
El documento también pidió mayores controles a los bancos y otras empresas que han ayudado al lavado de dinero, y medidas para prohibir la existencia de compañías secretas que ocultan la identidad de sus verdaderos dueños.
TI dijo que los grandes casos de corrupción como los que han implicado a la petrolera estatal Petrobras en Brasil y al ex presidente de Ucrania, Viktor Yanukovich, muestran cómo los ingresos nacionales están siendo desviados para beneficiar a unos pocos, avivando la exclusión social.
La puntuación de Brasil en el índice había caído en los últimos cinco años tras una serie de escándalos de corrupción, pero las autoridades del país comenzaron a llevar ante la justicia a quienes antes eran considerados intocables, dijo TI.
Dinamarca y Nueva Zelanda presentaron los mejores desempeños en el 2016, con una puntuación de 90, seguidos de cerca por Finlandia (89) y Suecia (88). Somalia siguió con el peor resultado con una puntuación de 10, seguido por Sudán del Sur (11), Corea del Norte (12) y Siria (13).
Estados Unidos se ubicó en el lugar 18 en la lista, retrocediendo desde el puesto 16 en el 2016, con una puntuación de 74 en la percepción de la corrupción.