El peso mexicano difícilmente reitere una caída a mínimos históricos como la que sufrió tras las elecciones presidenciales de Estados Unidos pero el próximo año podría devolver algunas de sus últimas ganancias, igual que otras divisas latinoamericanas, según un sondeo de Reuters.
Los estrategas cambiarios recortaron sus proyecciones para 12 meses sobre el debilitamiento previsto para el real brasileño y el peso mexicano, a 3,35 y 20,87 por dólar respectivamente.
En la consulta del mes pasado, el pronóstico era que el real cotizara en 3,39 unidades por dólar en doce meses y que el peso se negociara en 21,80 unidades por dólar.
Aunque las medianas de las estimaciones en el sondeo proyectaron bajas de 7% para ambas divisas desde el cierre del lunes, no llegarían a los mínimos vistos entre la victoria del presidente estadounidense Donald Trump en los comicios del 8 de noviembre y su asunción el 20 de enero.
El real y el peso mexicano han ganado un 10 por ciento desde los mínimos que registraron luego del inesperado triunfo de Trump, ya que los inversores compraron nuevamente las monedas locales cuando vieron que se habían vendido en exceso.
El sondeo reflejó que las políticas domésticas deberían ayudar a las unidades a sostener al menos parte de sus avances recientes.
En México, el banco central ha jugado un papel clave en la reducción de la volatilidad. Las autoridades ofrecieron contratos de cobertura para reforzar su intervención en el mercado de monedas sin tener que liquidar reservas internacionales.
Los analistas también han notado que la moneda mexicana sigue infravalorada, considerando los fundamentos del país.
“Es un hecho impactante que el tipo de cambio real efectivo del peso mexicano esté en un mínimo posterior al Efecto Tequila (de 1994), lo que parece fundamentalmente injustificado e insostenible”, dijo Sacha Tihanyi, estratega de TD Securities en un informe.
Un factor de riesgo a la baja para el peso es que Trump cumpla sus amenazas de imponer barreras comerciales a los productos mexicanos dirigidos a Estados Unidos, el principal destino de los bienes elaborados en su vecino del sur.
En Brasil, los precios más altos de las materias primas y la confianza del mercado acerca de la perspectiva de la aprobación de las reformas de austeridad han apuntalado a la moneda, incluso mientras la economía se desploma en la peor recesión en los registros.
“La mayor parte de la apreciación de este año se debe a una mejor percepción de los fundamentos, posiblemente influenciados por la baja vulnerabilidad de la economía brasileña al proteccionismo de Estados Unidos”, dijo Mauricio Oreng, un estratega de Rabobank.
Pero algunos economistas expresan cautela. Dicen que una demora o un fracaso del gobierno brasileño para poner en vigor las reformas de pensiones, laborales y presupuestarias antes de 2018, un año electoral, podrían reducir el optimismo de los inversores y pesar sobre el real.
Reuters.