Las grandes petroleras están irrumpiendo con fuerza en el territorio del shale. Exxon Mobil, Royal Dutch Shell y Chevron están entrando en el shale estadounidense con entusiasmo, y juntas planean gastar USD 10.000 millones este año, cuando hace pocos años no gastaban nada en esta industria. Las mejoras en eficiencia ya son apreciables, los costos están por los suelos y sus previsiones pueden “inundar” de crudo al mercado.
Los gigantes están reafirmando su presencia en el oeste de Texas con proyectos como Bongo 76-43, un pozo que se está perforando a 3.000 metros por debajo del desierto. Este pozo se extiende horizontalmente alrededor de 1,6 kilómetros y penetra con astucia entra las rocas para captar el crudo ligero de la vasta Cuenca Pérmica.
El primer capítulo de la revolución del shale estadounidense fue protagonizado por perforadores de pozos especializados en la exploración como Harold Hamm y el fallecido Aubrey McClendon, que transformaron unos préstamos de millones de dólares en miles de millones de ingresos. Hoy la historia está cambiando, Bongo 76-43 está financiado directamente por Shell.
“Convertimos el arte de la perforación de shale en una ciencia”, asegura Cindy Taff, vicepresidenta de la división de recursos no convencionales de Shell, en una visita reciente a Bongo 76-43, que se encuentra a unos 160 kilómetros al oeste de Midland, Texas, la capital de la Cuenca Pérmica.
Más y más eficiencia
Bongo 76-43, cuyo nombre nace de un antílope africano, es un ejemplo de una industria más eficiente y veloz apodada ‘Shale 2.0’ que nace tras el colapso de los precios del petróleo en 2014. Tradicionalmente, las petroleras perforaban un pozo por ‘plantilla’ (el área plana que despejan para poner la torre de perforación). En Bongo 76-43, por primera vez, Shell está perforando cinco pozos en una sola plantilla a unos 6 metros de distancia entre sí.
Esto ahorra una cantidad importante de dinero que se habría gastado en trasladar las torres de un punto a otro. Shell afirma que ahora puede perforar 16 pozos por año con una sola torre, frente a seis en 2013.
Chevron declaró que su producción de shale aumentará hasta un 30% por año durante la próxima década y que llegará a 500.000 barriles por día para 2020, frente a los 100.000 que produce actualmente. “Podemos anticipar una producción de más de 700.000 barriles por día dentro de diez años”, según aseguró este mes a los inversores John Watson, máximo ejecutivo de Chevron.
Exxon afirmó que planea gastar un tercio de su presupuesto de este año para perforación en el shale (esquisto), con el objetivo de elevar la producción actual de 200.000 barriles por día a cerca de 800.000 barriles en 2025. La empresa duplicó su presencia en la Cuenca Pérmica con la adquisición de 6.600 millones de dólares en propiedades de la familia multimillonaria Bass. Darren Woods, el nuevo máximo responsable de Exxon, explicó que el shale no está “en modo descubrimiento, sino en modo extracción”.
Una lección del colapso de los precios del petróleo fue la importancia de tener dinero a mano. Muchos negocios independientes gastaron más de lo que tenían y asumieron deudas para seguir perforando, pero tuvieron que parar drásticamente sus operaciones cuando cayeron los precios.
Las tres grandes petroleras no sufrirán eso, sostiene Bryan Sheffield, petrolero multimillonario de tercera generación que dirige Parsley Energy. “Las grandes petroleras tienen un flujo de caja positivo, por lo que pueden adoptar una visión más a largo plazo”, señala Sheffield. “Se las verá invertir más en shale”.