La victoria de Donald Trump, lejos de perjudicar a la renta variable estadounidense, la llevó a un rally alcista que ha permitido que los principales índices al otro lado del charco escalen hasta máximos históricos.
No en vano, el S&P 500, que se anota un 6.1% desde el triunfo del republicano en las elecciones que tuvieron lugar el pasado mes de noviembre, ya batió desde entonces sus máximos anuales hasta en nueve ocasiones. Este rebote ha encarecido a las firmas del índice, cuyo valor en bolsa recoge 21.2 veces los beneficios esperados para los próximos 12 meses, según datos de ‘Bloomberg’.
Esta cifra supone una prima del 25% respecto a la media de la última década y del 8% respecto a los últimos 20 años. Así, el PER medio de las firmas del S&P 500 se sitúa en niveles no vistos desde el año 2009, cuando la ratio escaló bruscamente hasta las 26 veces por la abrupta revisión a la baja de las expectativas de beneficios como consecuencia de la crisis económica.
Exceptuando ese período, este indicador no se encontraba a niveles tan elevados desde el mes de abril del año 2004, cuando, en plena gestación de la burbuja financiera, se situaba en las 21 veces. De hecho, en septiembre de 2008, tan solo un mes antes de la caída de Lehman Brothers, el PER medio de las empresas del índice se situaba en las 17 veces.
Hace exactamente dos décadas desde que Alan Greenspan acuñó aquello de la “exuberancia irracional” para referirse al entusiasmo insostenible de los inversores, que por aquel entonces habían engordado el precio de las acciones hasta niveles no respaldados por fundamentales; tuvieron que pasar casi cuatro años más para que el Nasdaq tocase techo en los 5,132.52 puntos el 10 de marzo del 2000. Un nivel a partir del cual sus componentes dieron un salto al vacío, llegando a ceder hasta un 78%.
Actualmente, tras ocho años de ciclo alcista, donde los pequeños traspiés no han detenido la escalada desde los mínimos registrados por el S&P 500 en marzo de 2009, algunos se preguntan si los mercados estadounidenses sufren un nuevo déjà vu, que si bien no imita las valoraciones de la década de los 90 bien se acerca ya a las registradas en 2004, de nuevo cuatro años antes de la debacle financiera que hizo morder el polvo a Lehman Brothers, obligó a reflotar la banca con dinero del contribuyente y desató la conocida como la Gran Recesión.
Desde Deutsche Bank aseguran que este registró su punto álgido en octubre de 2014. Sin embargo, pese a los vaivenes sufridos por la economía estadounidense en la primera mitad de este año, el crecimiento del PIB repuntó en el tercer trimestre, con un avance del 3.2%. El indicador GDPNow, que elabora la Fed de Atlanta, estima que en el trimestre en curso, la actividad económica avanza alrededor de un 2.6%.
“El flujo reciente de datos macro indica que el ciclo de negocios de los últimos 8 años en Estados Unidos permanece intacto y ha entrado en una nueva fase de expansión intra-ciclo después de estar en contracción durante la mayor parte del año pasado”, estima Dubravko Lakos-Bujas, estratega jefe de renta variable estadounidense para JP Morgan.
Para el analista, la agenda de crecimiento de la nueva administración Trump, de implementarse en su totalidad, “probablemente aumente la longevidad de la fase de expansión”, algo que, sin embargo, no se encuentra exento de amenazas, como la de un incremento en los tipos de interés y un dólar más fuerte, que se postulan como principales fuentes de riesgo para los beneficios empresariales y sus múltiplos.
Los beneficios, al alza
Entre julio y septiembre de 2016, las compañías del S&P 500 rompieron con la racha bajista en sus beneficios que llegaron a encadenar hasta cuatro trimestres consecutivos en “recesión”. “Si este indicador continúa con un nuevo aumento de beneficios, será la primera vez que un incremento interanual en sus ganancias durante dos trimestres consecutivos desde los últimos tres meses de 2014 y los tres primeros de 2015”, indica John Butters, analista de FactSet. Algo que el consenso de mercado consultado por Bloomberg da por hecho, ya que prevé que los beneficios de las firmas del S&P 500 se eleven un 6.1% en el último trimestre del ejercicio, aupadas por el impulso de las ventas, que repuntarán un 5.9%.
Exxon, la que más cara cotiza respecto a su media de la década
La petrolera Exxon cotiza ahora con una prima del 210% frente a su media en la última década, al tomar sus títulos 42.9 veces los beneficios esperados para los próximos 12 meses. La segunda compañía más cara en el parqué respecto a su media es Microsoft, cuyo PER -30.2 veces- casi duplica a su media de 15.6 veces. En el lado opuesto se sitúan los títulos de Amazon, que, pese a cotizar con un descuento del 43.5% respecto al decenio, aún recogen 176.7 veces los beneficios esperados para los 12 próximos meses