Desacoplados. Al fin, los uruguayos sienten que lograron liberar su economía de los vaivenes de sus dos grandes vecinos, Brasil y Argentina. Décadas y décadas yendo de la mano de los gigantes del Mercosur, como para ahora celebrar que la dependencia disminuyó significativamente.
El gobierno de Tabaré Vázquez celebra que en 2016 hubo un crecimiento magro (en torno al 1,2%), pero crecimiento al fin, que tiene más valor por darse en medio de recesiones y crisis de Brasil (-3,5%) y Argentina (-2,5%). La economía uruguaya cerró 2016 con un resultado mejor al esperado, tanto por analistas privados como por el Gobierno, y estira un proceso iniciado a fines de 2003, durante el gobierno de Jorge Batlle. “No da para echar las campanas al vuelo ni para la autocomplacencia, lo que sería un grave error, pero sí da para reconocer que las tendencias se modificaron en un sentido positivo”, dijo a la nacion el ministro de Economía, Danilo Astori, sobre el resultado de la economía en 2016.
Astori fue ministro del área en el primer gobierno de la coalición de centro izquierda Frente Amplio (2005-2010), vicepresidente de la república (2010-2015) y nuevamente responsable del Palacio de Hacienda. De una u otra manera, fue el jefe de la política económica de estos tres gobiernos. Junto con Vázquez y el canciller Rodolfo Nin Novoa trabajan en un plan para ampliar la inserción internacional del país, con la búsqueda de acuerdos de libre comercio con los países sudamericanos del Pacífico, Europa y China.
El economista Gabriel Oddone, responsable de la consultora CPA Ferrere, dijo que “los datos sugieren que 2016 terminó siendo mejor de lo previsto, aunque el cambio del escenario internacional desafía la recuperación hacia 2017”. Sostuvo que la economía va hacia “un mundo donde la política monetaria de EE.UU. va a normalizarse más rápidamente de lo esperado” y que “a Uruguay eso lo encuentra relativamente bien parado, porque mejoró sus finanzas públicas a lo largo de este año, pero a la Argentina y a Brasil les va a significar un problema” y eso afecta a la región. “Uruguay va a seguir creciendo poco, pero va a seguir creciendo”, añadió.
Pero este “desacople” que celebra el gobierno de Vázquez no satisface a todos. Los sectores de izquierda, que son amplia mayoría en el Frente Amplio y cuyo líder visible es José “Pepe” Mujica, rechazan esa estrategia y reclaman que Uruguay se vincule con la región. Comunistas, tupamaros, socialistas ortodoxos y otros grupos frentistas reivindican el concepto de “patria grande”, aunque la derrota del kirchnerismo en la Argentina, la destitución de Dilma Rousseff en Brasil y la crisis de Venezuela dañaron los planes políticos de estos grupos.
El viceministro de Economía de Uruguay, Pablo Ferreri, dijo a este diario que “para el país es fundamental que se pueda sostener e intensificar el ciclo del desarrollo económico y social que atraviesa Uruguay desde hace 14 años, en el cual el crecimiento y la inclusión social son los pilares”. Y, en ese sentido, el equipo económico seguirá apostando al fomento de la inversión y a la búsqueda de acuerdos comerciales que permita ampliar mercados. “Para eso Uruguay no apuesta a un modelo rígido y dogmático, sino a un rumbo estratégico”, añadió Ferreri.
Respecto del comercio y el acople o desacople de la región, añadió: “En este esquema, la inserción internacional es un aspecto central para un país pequeño como Uruguay, tanto para captar inversiones productivas -de bienes y servicios- que generen empleos bien remunerados, como para poder colocar nuestras exportaciones en el exterior”.
El funcionario destacó que Uruguay quiere cumplir “la búsqueda de acuerdos comerciales con el Mercosur como plataforma de lanzamiento”. Y en el Gobierno hay convicción de que no se puede esperar a que los socios avancen en igual sentido, sino que Uruguay debe hacer punta en esa estrategia. “En un mundo convulsionado, el camino más sólido para avanzar es el fortalecimiento de las experiencias regionales de integración”, destacó Astori, pero advirtió: “Se debe trabajar mucho para fortalecer las experiencias que integramos, pero no puede ser la estación terminal de la inserción internacional de Uruguay”. Y añadió: “Buscamos que el Mercosur sea una plataforma de lanzamiento más allá de los límites de esta experiencia”.
El camino de la independencia
Los orientales, que entre 1828 y 1830 se convirtieron en un estado independiente como resultado del acuerdo de paz entre el imperio brasileño y las provincias argentinas, habían quedado desde entonces prendidos a las curvas de producción de esos países. Independiente en lo político, dependiente en lo económico. Pero ahora, mientras sus vecinos se debaten en como zafar de la caída de producción, Uruguay cumple 14 años de crecimiento consecutivo de su PBI, lo que no tiene antecedentes en su historia.
Además, las exportaciones uruguayas a los dos países pasaron de ser la mitad del total de ventas al exterior a menos de un quinto (ver infografía). En 1998, del total de exportaciones, 52,3% tuvieron como destino la Argentina y Brasil, mientras que en 2015 y en 2016 esa relación se redujo a 19,9%. En tanto, China pasó a ser el principal comprador de los productos uruguayos. Pero si se computan bienes y servicios, el peso de la Argentina crece mucho, fundamentalmente por el peso del turismo.
Uruguay vivió, entre 2004 y 2014, la mayor prosperidad económica de su historia. Curiosamente, se hicieron comparaciones sobre los últimos 50 años, o de tantas otras décadas, pero el repaso de estadísticas oficiales y el trabajo que realizaron especialistas de historia económica permiten contar con registros desde 1870. Antes de eso, el país había vivido períodos traumáticos de intentos de consolidación de la república, lo que no se tradujo precisamente en una bonanza económica. Sobre la base de esas series, el período actual constituye el de crecimiento continuo más extenso y de mayor volumen.
Computando el PBI per cápita, entre 1916 y 1924, incluyendo un año de crecimiento cero (1920), el período logró nueve años de avance. Entre 1944 y 1954, pese a que en 1951 no hubo aumento del producto, el período llegó a once años. Pero de 2004 a 2016 van trece años seguido de suba del ingreso per cápita, y se extiende a catorce con lo proyectado para este año.
Pero el trayecto no fue sencillo. Impulsado por el viento de los países limítrofes, a fines de los noventa Uruguay había interrumpido un tiempo de crecimiento. La Argentina entró en recesión en el último trimestre de 1998 y eso también se dio en Uruguay. El año 1999 comenzó con el crack cambiario en Brasil y la caída del Plan Real, lo que agudizó la recesión regional. En 2001 se dio la crisis financiera argentina, reproducida en Uruguay en 2002. A fines de 2003, la economía oriental volvió a levantar. Ese año, el producto terminó dando una tasa levemente positiva (+0,8%) y marcaba el fin de aquella contracción.
El año 2004 fue el último del quinquenio de Jorge Batlle y dio un alza de 5%, lo que tuvo continuidad en el primer período de Vázquez (7,5% en 2005; 4,1% en 2006; 6,5% en 2007; 7,2% en 2008 y 4,2% en 2009). En el segundo gobierno del Frente Amplio, con Mujica como presidente, el producto siguió en alza: 7,8% en 2010; 5,2% en 2011; 3,5% en 2012; 4,6% en 2013 y 3,2% en 2014.
Vázquez asumió la segunda presidencia en un contexto de enfriamiento y tomó medidas para combatir un déficit fiscal que consideró preocupante. 2015 arrojó un avance de la actividad, pero leve, apenas del 1%, suficiente para cumplir con extender el ciclo. En 2016 se disiparon los fantasmas recesivos y con el empuje de la segunda mitad del año, enero-septiembre da una suba interanual de 1,2%. Los datos de producción industrial de octubre y noviembre tuvieron nuevos vaivenes, con una pequeña baja de 0,3% en el acumulado enero-noviembre, pero la tendencia es de mejora. Y 2017 comenzó con una temporada con récord histórico de turistas. En tanto, con una distribución del ingreso más igualitaria que en otros países de la región, el crecimiento desparramó en todas las franjas sociales y la pobreza se redujo de casi 40%, en 2004, a algo menos de 10%, en 2015. El enlentecimiento impide mejorar esos indicadores sociales.
En el último año, el desempleo aumentó sin llegar a niveles muy altos: el promedio anual, que era 6,6% en 2014, subió a 7,5% en 2015 y a 7,9% en el año recién terminado. La inflación logró moderarse a fin de año y cerró en 8,1%, menos del 11% al que había subido en el otoño, pero fuera de la meta oficial, que es de 3% a 7%. El salario real tuvo un crecimiento vigoroso, con una tasa anual acumulativa de 4,2% entre 2005 y 2014, pero perdió fuerza, con un alza de 1,6% en 2015 y de1,4% en 2016.
Es que, pese al aumento de producto total de estos últimos dos años, son varios los sectores que arrastran problemas, como la industria manufacturera, el comercio, y varios rubros del agro. Por eso, el presidente uruguayo se empeña en conseguir inversiones y abrir mercados. La última semana, por caso, la Cancillería anunció que Vázquez irá en febrero a Alemania, Finlandia y Rusia para “intensificar” los acuerdos comerciales con esas naciones. Otro paso en el camino del “desacople”.
La visión de las empresas
Para el economista Pablo Rosselli, que dirige Deloitte en Uruguay, “la lectura de la encuesta” que hace esa consultora entre las principales empresas del país muestra que para los empresarios “probablemente lo peor ya pasó” en relación con la desaceleración y estancamiento de varios sectores. “Las empresas siguen diciendo mayoritariamente que la situación de la propia compañía y del país está peor hoy que un año atrás, pero ya son menos los que piensan de ese modo, y observamos respuestas más favorables sobre perspectivas del país y de las empresas para el próximo año”.
Fuente: La Nación.